Otra vez andando. No es
que me haya detenido, sólo aquieté un poco los latidos, limpié sus rincones,
los hice más grandes, ordené sus cajones, los hice más pequeños. Es que ahora
quiero ver mejor qué pongo dentro.
Intentaré no desnudarme
abrupta ante lo que aparece en el camino. Cuidaré mi piel de las caricias que
culminan en manos empuñando mil heridas. Protegeré mi espalda esquivando el
abrazo que amanece camuflado y al caer la noche desfunda una cuenta
interminable de alambres de púa que pretenden perforarme.
Dejaré el impulso que
me muestra ingenua. Abriré más mis ojos, impidiéndoles que vean limpio de
antemano, los instaré a que busquen más allá de esas pupilas, y contemplen la
mugre que se esconde en muchos de esos parpadeos.
Si llego a la cornisa
nuevamente será porque elija el abismo para así acercarme, no por esos cuerpos
que me vienen empujando para que salte, o cavan la fosa, para que me hunda, o
tiran más tierra, para que me pudra.
Si acaso decidiera
llegar hasta el límite que me muestra un espejo repetido de precipicios, será
para alzar mi cabeza, poner firmes mis pies sobre la tierra, respirar profundo,
sonreír profundo, y así contemplar la caída de todos aquellos que quisieron
contemplarme a mí allá en lo bajo.
Seré yo la que siga
andando…mientras otros se vayan deteniendo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario