Los sueños fueron cambiando.
Cambiaron con ella cuando ella cambiaba.
Giraron con ella cuando ella giraba.
Trocaron señales, razones, y cuerpos.
Mutaron en nombres, canciones y letras.
No se murieron lo sueños porque sólo no fueron.
No se enterraron en lutos ni en llantos ni en penas.
Murieron las pieles cuando ella se iba cubriendo.
No arrancaron sus hojas ni la alejaron del viento.
Sólo cayeron despacio y otras buenas volvieron.
Los sueños fueron cambiando.
Cambiaron con ella cuando ella cambiaba.
Giraron con ella cuando ella giraba.
Otras telas donde pintar y otros suelos pisando.
Y el cuento desvirtuó aquel final de novela.
Ahora escribe pensando en sentir impares e inconexos.
Y cose motivos armándose templos.
No mata los sueños de antes, nace otros cientos.
Ni sufre cobardías cortándose las venas.
Los sueños fueron cambiando.
Cambiaron con ella cuando ella cambiaba.
Giraron con ella cuando ella giraba.
Vestida de princesa se quito la piel, el vestido y la certeza.
Y no tuvo altares esperando con canciones a lo lejos.
Ni bailes zigzagueantes que la tengan como centro.
Hizo a un lado esa maleta, pues no eran esos sueños.
Y tomó otra nueva, con otros, bien sublimemente ciertos.
Los sueños fueron cambiando.
La fueron cambiando cuando ella cambiaba.
La fueron pariendo cuando ella sangraba.
La fueron naciendo cuando ella soñaba.
Quizás sea en los sueños donde nace el germen del cambio, de la mutación interior, esa que gestamos por nuestra propia supervivencia.
ResponderEliminarUn texto muy liberador.
Un abrazo.
de los sueños los hombre arrancas las raices con que construir lo posible partiendo a veces de lo imposible
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