La felicidad es, también, una decisión.
Y así es que decido sonreírte Vida.
Abrazarte en lo lleno y en la falta.
No quedarme secuestrada en el lamento.
Lanzarte carcajadas que resuenan dentro.
Y fuera las arrojo para contagiar las ganas.
Y los puedo.
Y los quiero.
Y los ojos que te miran incitándote a respiros.
Cada vez más libres.
Cada vez más bellos.
Cada vez más ciertos.
Y esos vuelos que me llevan alto.
Y esos pies que me acompañan siempre.
Y esas manos que me alcanzan hasta el alma.
Soy esto disfrazándome de aquello.
Y es que juego eternos juegos que me gustan.
Y me encauzan.
Y me roban seños fruncidos.
Y arrojan responsabilidades fabricadas para ir muriendo.
Despojándome de líneas rectas, y correctas, y certeras.
Juego entonces a abrazarte Vida, con la piel desnuda.
Y mi cuerpo sin ropas que lo cubran.
Y mi alma abierta, siempre a la sorpresa.
Y te abalanzo, Vida.
Con mis dudas, tantas.
Y mis miedos carcomidos por la fuerza de enfrentarlos.
Y me lanzo Vida, a vivirte en sorbos grandes, de esta niña
que me arma.
Llevo puesto mi vestido de rompecabezas.
Con sus piezas todas, desparramadas en distintas
carreteras.
Lúdica manía del desorden, manto que me cubre, abrigando
el desconsuelo.
Haciéndolo de nuevo, trastocando el lodo por el cielo.
Y me incitás,Vida, a que te muerda, bañándome la boca de tu
sangre.
Y lo hago, llenándome de rojo la piel y el vestido.
Así es que bailo, salto, juego, riego, a cada paso, mi paso, tu
paso.
Te invento. Me invento. Construyo mi planeta.
Me guardo. Me cubro. Me salvo.
Me quedo quieta en este hueco, revolcándome en ríos de
amor.
Subiendo las montañas con pulmones que sí aguantan.
Montándome en la Luna que llena, baja, para que le roce el
ombligo.
Para pintarme las pestañas en sus pupilas.
Mirarme en ella mis ojos bien abiertos.
Contarle los lunares bien de cerca.
Y cantarle mil canciones, de esas.
Me quedo sumergida y salgo a superficie, de a ratos.
Con más luz que titila y costados oscuros que hago
perfectos.
Naufrago y navego perdida, poniéndome la Vida por delante.
La de ahora, la de mañana y la de antes.
Decido consumirte a borbotones en cada despertar.
Y cada noche inventarte nuevos sueños.
Resquicios que uno y convierto en inmensas maneras de ver.
Donde contemplo los colores aunque el gris abunde.
Y es el vaso rebalsando el que me creo.
Donde nado tempestiva hacia todo lo que quiero y respiro.
Y en la tormenta me refresco, no me escondo de tu agua.
Ni me guardo para luego.
Salgo en pies descalzos a pisarte tierra.
A empaparme de tu olor presente.
A nutrirme los sentidos por tu esencia.
Y respirarte entera, y respirarme en partes.
Asumiendo lo incompleto como magia.
Si acaso ves que lloro y muchas veces te padezco.
No me hagas caso, ni creas que abandono mi consigna.
Será que necesito de la pena y la nostalgia.
De la pasión irrespetuosa que nada sabe de la calma.
Y el vértigo de probarte todos los sabores.
Y tocarte en varias pieles las palabras.
Y así descubrirte inabarcable e infinitas las sumas de tus
partes.
Poco tiempo y mucha Vida para transitarte.
Como elijo hacerlo, Vida, sin puertas que se abren.
Son miles las ventanas hacia todo y nada.
Y las dejo abiertas para volar bien alto.
O sólo quedarme a vivirte, recostada sobre el filo de mi
cama.
Mientras vas asomándote, sigilosa y bella, por mi ventana…
Mara