...desde dónde escribo...

"Escribiendo desde el vómito irreverente, obstinado, irrespetuosamente presente. Y es que, escupo palabras como misiles, como hartazgos, como besos húmedos, como puñetazos precisos, ciertos. Sacando lo que está dentro de la manera que mejor me sale hacerlo, una palabra extirpada desde dentro, de raíz, de profundos pozos ciegos. Me libero en la cárcel donde ahora las encierro. Para siempre quedan, para volverlas a oler en algún tiempo, para arrojarles más de diez insultos, y menos de tres besos. Para recorrerlas y recorrerme, saborearme la piel que supo erizarse entonces, o pudrirme de nuevo con lo rancio y oscuro de aquel cuento".







jueves, 30 de junio de 2011

Por Coraza, Corazón, Por Coraza...


Inventándome la excusa para correr hacia el grito que sacude mi mirada, destilando abrazos que guardé entre los dedos. Y la piel se hizo carne viva. En un instante.

Y el silencio quiso escupirme verborragias, cargadas de amores que no di. Por miedo. Por cobarde. Por orgullo. Por coraza. Corazón. Por coraza.

Esos puntos suspensivos que sin quererlo suspendí. Y altiva fui oscilante en el camino lejos. Lejos de los pasos. Distante de las huellas. Oscura de las ganas. Penumbra de la historia. Renga de palabras.

De este lado de la cama.

¿A quién te escribo? Hombre. Nombre. Cuerpo. Carne. Deseo. ¡Oh! Nostalgia.

Susurro aquello que logró (alguna vez) atravesarme. De mis labios salen los mordiscos. Los insultos. Y los besos. Los silencios que mantuve inclaudicables. Tapándome la boca con las manos. Callando. Cayendo. Subestimando el dolor y el golpe.

Me armé más de tres refugios. Me escondí. Sigo dentro. Espiando el lado oscuro de la luna. Cerrándome los ojos. Desde dentro. Empapándome las pupilas de ese olvido que me ayude a recordarte.

Cerrojos en el alma. Migajas. Que no alcanzan. No sacian. No me tocan. Ni abalanzan.

En la vigilia de este respirar me bebo las vertientes de agüita clara. Y retomo la batalla. Vuelvo a pasar por esas páginas, que aún, sangran.

¿Acaso vos pudiste, otra vez, detener el tiempo cuando estallas?

Mara

lunes, 27 de junio de 2011

Destéjeme...


Si sabés como marearme no me vuelvas a mi eje.

Dejame en la penumbra de ese hueco que te asoma.

En la carne así despierta y encendida.

Buscándote en la urgencia de ese instinto que me ata.

Y me envuelve.

Y me pierde.

Y me alimenta.

Dándome razones, tantas, para seguir enloqueciendo…

Para salirme del encierro nauseabundo de todas las corduras.

Para espiarnos en los espejos desnudos de las ganas fundidas.

Y ser más alas al viento enredándonos los dedos y los sueños.

Y allí, en la vigilia oscilante, de tu cuerpo y el mío…

Acabar en sudores, merecidos…

No me vuelvas a mi eje…

…Destéjeme…

Mara

domingo, 12 de junio de 2011

Trastocándo...me


Los sueños fueron cambiando.
Cambiaron con ella cuando ella cambiaba.
Giraron con ella cuando ella giraba.

Trocaron señales, razones, y cuerpos.
Mutaron en nombres, canciones y letras.
No se murieron lo sueños porque sólo no fueron.
No se enterraron en lutos ni en llantos ni en penas.
Murieron las pieles cuando ella se iba cubriendo.
No arrancaron sus hojas ni la alejaron del viento.
Sólo cayeron despacio y otras buenas volvieron.

Los sueños fueron cambiando.
Cambiaron con ella cuando ella cambiaba.
Giraron con ella cuando ella giraba.

Otras telas donde pintar y otros suelos pisando.
Y el cuento desvirtuó aquel final de novela.
Ahora escribe pensando en sentir impares e inconexos.
Y cose motivos armándose templos.
No mata los sueños de antes, nace otros cientos.
Ni sufre  cobardías cortándose las venas.

Los sueños fueron cambiando.
Cambiaron con ella cuando ella cambiaba.
Giraron con ella cuando ella giraba.

Vestida de princesa se quito la piel, el vestido y la certeza.
Y no tuvo altares esperando con canciones a lo lejos.
Ni bailes zigzagueantes que la tengan como centro.
Hizo a un lado esa maleta, pues no eran esos sueños.
Y tomó otra nueva, con otros, bien sublimemente ciertos.

Los sueños fueron cambiando.
La fueron cambiando cuando ella cambiaba.
La fueron pariendo cuando ella sangraba.
La fueron naciendo cuando ella soñaba.

Mara

viernes, 10 de junio de 2011

...Contame basural...


Operación Masacre.
Revolución Fusiladora.
Cincuenta y cinco años de memoria.
Doce compañeros fusilados.
Basural que te quedaste con la sangre de los nuestros.
Y los viste perderse en el sonido de un disparo exacto.
Y lo viste a él hacerse el muerto con su mejilla perforada.
Y lo aplaudiste cuando pudo desorientar a las bestias.
Y fue libre en medio de tanto horror.
Y sentiste el quejido de la agonía que regaba tu barro.
Decime basural a qué olía tu tierra en ese otoño.
Contame los gritos que les escupían a sus asesinos.
¿Y los milicos reían?
Seguramente lo hacían.
Si su adentro está podrido desde el vientre que los parió.
Sus verdes uniformes, sus botas prepotentes.
Sus ojos nauseabundos del odio que les nace.
Sonreirían al efectuar esos disparos.
Jugarían al gato y al ratón sabiendo que ganaban.
Su victoria era la muerte de nuestros compañeros.
Un otoño que se llevó a muchos de los nuestros.
En la periferia de un mapa que los sigue escribiendo.
Con sangre, memoria y resistencia.
¡Decime basural!  si ese viento que sopla diferente son las voces de los nuestros.

Mara. Junio 2011

miércoles, 8 de junio de 2011

¡Apunten!




La palabra como fusil, como abrazo extenso, como odio naciendo, como amor desparramado, como TRINCHERA abierta, combatiendo el poder de los que la usan para usarnos.


La palabra como bandera, consigna, batalla. Cubriéndola de plaza, de marchas, de razones que pretender esconder debajo de las alfombras, en las periferias de los mapas, en los cajones bien cerrados.


La palabra develando realidades que visten harapos y manos curtidas, pieles sangrantes, ojos que se inclinan hacia abajo cuando miran penetrantes.


La palabra rescatada de los suburbios, de las paredes pintadas, de las páginas invisibles de los diarios, de los anonimatos que gritan y no salen en ninguna pantalla.


La palabra arrogante que resuena y sobresalta, que ataca y que incrimina, que desnuda y atropella, que rebalsa.


La palabra que rompe muros, atraviesa rejas, dinamita lo invisible de las jaulas. Que expulsa las correctas y prolijas distorsiones que la engañan.


La palabra como arma necesaria allí donde el silencio manda. Haciendo ecos, sumando pasos, retumbando los oídos de los que siempre la callan.


La palabra como sendero cierto para desobedecer el recto camino que nos marcan. Construyendo atajos, armando colectivos de esas voces que nos hablan.


La Palabra… ¡que ametralla!




Mara. Junio 2011